Arquitectura racionalista en el mundo rural

Frula, Sodeto, Montesusín, Valfonda de Santa Ana, Curbe, Orillena, Cantalobos, San Lorenzo del Flumen, Cartuja de Monegros y San Juan del Flumen, cuya historia, así como la de sus primeros habitantes, puede verse en el Centro de Interpretación de la Colonización Agraria, en Sodeto.

 

Los pueblos de colonización agraria no fueron el objetivo, sino la consecuencia de la puesta en regadío y cultivo de amplias zonas despobladas y en barbecho o poco explotadas. El Instituto Nacional de Colonización contaría con los arquitectos más destacados de España en aquellos años para abordar el asunto de la vivienda, que es reinterpretada por una generación cuya principal influencia será el racionalismo arquitectónico, de líneas limpias y sencillas, funcionales y sin sobrecostes.

Con la construcción de los nuevos pueblos el urbanismo y la arquitectura se enfrentan, por primera vez, a un lienzo en blanco, una actuación integral sobre el espacio. Los arquitectos tienen ante sí el reto de complacer de igual manera a quien encarga el proyecto, cumpliendo con sus objetivos organizativos, como a quien va a recibir la casa, intentando cumplir sus expectativas y anhelos vitales. Y por fin, se trasladan al mundo rural los nuevos conceptos arquitectónicos, hasta entonces reservados a las urbes, para dar solución a la histórica problemática de la vivienda rural española.

 

Urbanismo

La planta urbana, el plano, se dispone de manera diferente en cada pueblo, como una forma de diversificarlos y darles una identidad propia. Aunque todos tienen en común la disposición radial y simétrica en torno a dos ejes, las calles principales, que se cruzan en la plaza, el corazón y centro vital donde se agrupan los edificios públicos, como en la Grecia y Roma clásicas. La plaza es el lugar de reunión social, vida religiosa y tareas administrativas y, en la mayoría de localidades, cuentan con porches y pórticos.

Pero los pueblos no se diseñan sólo para las relaciones internas (del colono con su casa y trabajo, y de los colonos entre sí) sino que también se tiene en cuenta las relaciones con tierras de cultivo y con las localidades vecinas. Así, los nuevos pueblos se levantarán a  no más de 3km de las parcelas entregadas con los lotes, a 5 ó 6 km de otro pueblo de colonización y a más distancia de la localidad de referencia, para favorecer los servicios propios.

Se tiene en cuenta hasta el último detalle, como el paisajismo. Por primera vez se da importancia a la vegetación de las plazas, jardines y entorno de la localidad, sencillos y con plantas que requieran poco mantenimiento, para hacer más amable la visión, polvorienta y dura, del entorno. Los alrededores de los pueblos se reforestan con pinos, con un motivo funcional: suavizar el azote del aire. También se fomenta la plantación de cipreses en las lindes o límites de los campos, que todavía se conserva hoy en algunos de ellos.

 

Arquitectura y viviendas

Si algo caracterizaba a la arquitectura popular, era su carácter funcional, el término más de moda durante los años 40 y 50 en diseño y construcción. Lo más natural, lógico, sencillo y económico es saber adaptarse al terreno en el que se construye, de ahí la variedad de estilos en los pueblos de España. Adecuar formas y materiales de construcción al clima, la orografía y los recursos que da el terreno. Formas sencillas que se adaptan al paisaje en el que se enmarcan: piedra, madera, tejas de barro cocido.

Como en todos los pueblos de colonización levantados en España, las viviendas se disponen de manera lineal, aunque no consecutivamente, pareadas en este caso, lo que ayuda a mantener la homogeneidad y, al mismo tiempo, que el resultado no sea compacto.

Las viviendas de colonos, las más numerosas, son las que tienen un mayor número de habitaciones y en el corral exterior, dependencias agrícolas y ganaderas, además de entrada diferenciada a la casa y al corral. Las viviendas de obreros tendrán menores dimensiones, y tampoco serán iguales que las destinadas al personal de servicios (mayoral, maestros, médico, sacerdote). Aunque todas ellas se construyen bajo los mismos criterios higienistas que, desde principio las últimas décadas del siglo XIX, se extienden entre los arquitectos europeos: ventilación natural y directa de todas las dependencias, alcantarillado, luz y agua corrientes.

Pero la vivienda es, además, una herramienta para el colono. Ésta debe ser sencilla, más bien austera, práctica y espaciosa, con zonas diferenciadas para las distintas labores: puerta de corral para el acceso de maquinaria y animales, espacios interiores para maniobrar, construcciones varias para alojar animales o grano, etc. Otro ejemplo de esta practicidad serán las viviendas de los maestros, construidas cerca de las escuelas, o la del cura, junto a la iglesia.

El precio tampoco se estipula al azar, sino que es el resultado de un cálculo a partir del porcentaje que una familia podía dedicar a su pago y del patrimonio familiar. Es decir, según la productividad estimada  de la parcela que se les entrega.

 

La iglesia

La iglesia es el edificio más significativo de todos los pueblos y la torre, el elemento identificativo y de referencia.

De nave única, con torres a veces adosadas, a veces exentas, y construidas como las viviendas. En ladrillo o piedra.

En el interior, la escultura religiosa sigue las pautas marcadas en esa época, entre la figuración clásica y el ascetismo moderno. Figuras elegantes, sencillas y de gesto sobrio en el interior de una iglesia que, con sus paredes limpias y blancas, pretenden transmitir la pureza de un comienzo, sin pasado ni pecado, de sus gentes.

 

Extractos del libro “Cartuja de Monegros, 50 años echando raíces”.

 

 

 


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